Puede ser
Cuando encuentras un portal, o te asomas o te vas. A veces aparecen de repente, y otras, los buscas.
Se puede nadar y ver el amanecer desde el mar cada mañana, aprender esquí de montaña a los cincuenta, celebrar la trilogía Before de Linklater cada dieciséis de junio y emocionarse cuando suena Tornaràs a tremolar de Mishima. Te pueden separar veinte o treinta años y hablar de hijos adolescentes y del miedo a ser madre en una misma tarde, en una misma terraza. Se puede decir: Pauleta, si no estás disfrutando, es momento de cambiar. O incluso: Lo peor que te puede pasar es perderle el respeto a alguien. Cuando encuentras un portal, o te asomas o te vas. A veces aparecen de repente, y otras, los buscas. Yo encontré uno hace años. Y ocurrió así: en una oficina de paredes blancas, tan blancas que aún me acuerdo, tuve que hacer una llamada. Una de las primeras llamadas de trabajo. Un horror. Me puse tan nerviosa que me escribí un guion y lo repetí línea por línea. Unos meses más tarde, esa misma persona entraba por la puerta de la oficina de paredes blancas sin saber que, algún día, nos contaríamos la vida por teléfono. Sin guión, sin rituales, sin arabescos. Encontré un portal y me acerqué. Pero una no cruza un portal a ciegas. Entra poco a poco y a través de gestos desinteresados: que si un café, que si una mirada amable, que si una pasión compartida. Y funciona así: te acercas por curiosidad, decides cruzar y descubres un universo. O mejor: una posibilidad.
Me ha vuelto a pasar. Quedé para devolver un libro y resulta que era un regalo. Así que ahora lo es también para vosotras: Arabesc, de Manuel Forcano.
Retahílas es una newsletter para comprender el mundo o, al menos, hacerlo juntas. estoy devolviendo todos los libros que me han dejado y siguen en mi casa. No son pocos. Algunos me los prestaron personas a las que no veo desde hace años. Así que vamos a ver qué sale de todo esto.